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09 de Octubre de 2011

Turismo

En esta región de Colombia puede vivirse un espectáculo único en el mundo con los cetáceos que llegan a las aguas nacionales para preservar su especie.

El Chocó, en el Pacífico colombiano es un lugar con una amplia oferta para el turista que busca un destino no convencional. Se trata de un inmenso tapete verde tramado de selva tropical, con una pluviometría excepcional, de las mayores del planeta, y una humedad relativa que permanentemente llena la atmósfera.

La región está bañada por muchos ríos, uno de ellos de gran longitud y enorme caudal, el Atrato, que desemboca en el mar Caribe por el Golfo de Urabá. El área no se encuentra densamente poblada y la mayoría de los habitantes viven en pequeños conglomerados. Un gran porcentaje de la población es afrodescendiente, razón por la que su música siempre tiene la resonancia de los tambores.

Para llegar allí, el viajero cuenta con frecuencias diarias a Medellín y dos aerolíneas prestan sus servicios facilitando así el acceso a través del aeropuerto José María Cordova en el municipio de Rionegro, a 25 minutos de la capital antioqueña.

Cuatro periodistas alemanes, especializados en turismo, cultura y ciencia, estuvieron en días pasados en Chocó, por invitación de PROCOLOMBIA, para que conocieran el potencial turístico de la región.

Alemania es el segundo país europeo que más viajeros emite hacia Colombia. En 2010 nos visitaron 29.547 y en hasta agosto de 2011 la cifra llegó a 27.455, según reportó el Ministerio Comercio, Industria y Turismo, basado en cifras del DAS.

La experiencia del apareramiento de ballenas

Las actividades que se le ofrecen al turista internacional están relacionadas directamente con la geografía del lugar, convirtiéndolo en un destino que encuentra en el producto naturaleza su mejor característica en términos de oferta turística.

Hospedajes como El Almejal, el Parque Nacional Utría y su proyecto Mano Cambiada, junto a El Cantil, constituyen los tres lugares con los mejores servicios y la más completa oferta de actividades para el visitante. Una noche con las tres comidas incluidas tiene un valor promedio de 150.000 pesos con el transporte desde el aeropuerto al hotel y viceversa, ya sea en Bahía Solano o en Nuquí. Cada una de las actividades se cobran por separado.

En esta región del país se puede practicar el buceo, el kayaking, las caminatas en la selva con guías especializados quienes ofrecen un completo panorama de la fauna y flora del lugar, visitar los manglares, practicar surfing, el avistamiento de aves y el que constituye uno de sus mayores atractivos la observación de ballenas quienes migran al Pacífico colombiano cada año entre julio y las primeras dos semanas de noviembre.

"Este tipo de destino es muy apetecido en Europa, por eso es importante que la gente empiece a darse cuenta que existen lugares como este, me invitaron para que "probara" Colombia y su oferta turística, el Pacífico me gustó por ser un destino auténtico y con mucho potencial, para mí va ser muy fácil recomendarlo porque cuenta con muy buenos servicios", aseguró Katharine Teustch periodista del Frankfurter Allgemeine Zeitung.

En el recorrido en bote desde Bahía Solano a los límites del Parque Nacional Utría nos encontramos con el primer grupo de ballenas. A 500 metros de la embarcación pudimos observar que eran más de cuatro y según nuestro guía, en esa oportunidad, no había ballenatos entre ellas.

Fuimos afortunados al presenciar uno de los mejores avistamientos de la temporada. Cuando esta especie se encuentra en etapa de cortejo, cuatro o cinco machos siguen a una o dos hembras. Para ganarse la atención los machos saltan, giran, muestran sus colas, emergen a la superficie constantemente hasta que la hembra decide con quien quedarse.

Ocho mil kilómetros para conservarse

La especie Yubarta que vive la mayor parte del año en los mares fríos del sur del continente, migra al Pacífico colombiano todos los años para reproducirse y lograr el nacimiento de sus crías en aguas más cálidas, un viaje de 8.000 kilómetros que permite la conservación de su especie.

Nos acercamos al conjunto de ballenas y comenzamos a seguirlo muy cuidadosamente a no menos de 200 metros, distancia límite para la observación. El biólogo que nos acompaña nos confirma que presenciamos un cortejo, de otra forma no se explica el grupo es tan numeroso y la ausencia de ballenatos.

Diez minutos más tarde nos encontramos con otro grupo de tres machos que siguen a lado y lado a una hembra que aún no se decide. Se sabe que el cortejo se acaba cuando el grupo se divide y cada ballena se va por su propio camino.

Las ballenas Yubartas o más conocidas como jorobadas logran medir hasta 18 metros de largo y nadan en todos los mares del mundo, sin embargo la calidad del agua, su profundidad y temperatura, así como las características del viento y el ambiente, inciden en su presencia anual en el Pacífico colombiano. Calculan los biólogos que al país vienen unas 1.200 ballenas cada año.

En un punto nos vimos rodeados de un grupo de nueve ballenas, por más que el capitán del bote quiso alejarse fue imposible movernos. Alcanzamos a estar a tan solo tres metros de ellas, cuatro pasaron debajo de nosotros y la claridad del agua nos permitió ver como unas de ellas daban vueltas justo abajo de la embarcación.

El Chocó es un destino imperdible en el Pacífico colombiano, cuenta con hoteles que prestan servicios completos, excelente atención y buena calidad. La gastronomía se basa en el pescado, el coco y el plátano, se destacan el pargo, el bravo y la albacora de la familia del atún. Un lugar diseñado para los que buscan playas con pocos turistas, naturaleza y buenos precios.