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Frutas para yogurt y aguas aromatizadas, con oportunidad para ingresar a la Unión Europea

Frutas para yogurt y aguas aromatizadas, con oportunidad para ingresar a la Unión Europea

Responder  a un consumidor que quiere productos listos para consumir con fórmulas enriquecidas, empaques fáciles de destapar y con algún tipo de innovación social, es el reto para los empresarios colombianos interesados en exportar con éxito hacia la Unión Europea (UE) frutas procesadas, pescados, café y chocolate, alimentos con más oportunidades de salida.

Así lo expuso Pedro Coelho, uno de los expertos traídos por PROCOLOMBIA que capacitó a los empresarios de Colombia en gira por Barranquilla, Bogotá, Medellín y Cali en el proceso de mejoramiento de su oferta para entrar al mercado de la UE que representa el 7% de la población mundial, según el World Economic Outlook (WEO) del 2012.

“Se puede vender por ejemplo piña o mango en trozos o en pulpa enlatados de mediana o larga duración. Lo mismo aplica para el camarón, el cual se puede ofrecer listo para consumir o congelado con o sin piel. Detrás de las materias primas hay unas inmensas industrias de alimentos procesados con potencial importador como la yogurtera, que necesita frutas previamente conservadas”, afirmó el experto, Jefe de compras de Jerónimo Martins, el mayor grupo de distribución alimentaria en Portugal y Polonia.

Vale la pena resaltar que para exportar frutas y hortalizas procesadas hacia los países de la Unión Europea, se deben cumplir requisitos como la ley general de alimentos de la UE, las regulaciones sobre la higiene en productos alimenticios en todas las fases de producción; las relacionadas con los niveles máximos de pesticidas y contaminantes y las referentes a los alimentos genéticamente modificados, entre otros.

Para el caso de los productos de pastelería y confitería, los que tienen más oportunidad son los pasteles, tortas y mermeladas listos para consumir pues prefieren comprarlas en tiendas en vez de prepararlos en casa.

Entre las tendencias de consumo relacionadas con la salud está la disminución en el consumo de gaseosas por sus altos niveles de azúcar. En cambio, crece la búsqueda de bebidas que tengan mezcla de frutas naturales con agua como las aguas aromatizadas.

En cuanto a los canales de distribución, Coelho explicó que la fortaleza la tienen  las tiendas minoristas y por el contrario los grandes supermercados están perdiendo clientes.

Según el experto, un nicho que puede ser foco de algunos productos como frutas deshidratadas y otros alimentos reducidos en sal, grasas y conservantes es el de los adultos mayores. Por ejemplo en España, uno de los tres principales importadores de productos agrícolas colombianos en 2012, para el año 2050, las personas mayores de 65 años representarán más del 30% del total de la población, de acuerdo con el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC).

“Los europeos tienen dos problemas que tienen que resolver y son dos oportunidades para países como Colombia. Uno es que no produce lo suficiente para alimentar a la población de 503 millones de habitantes, luego, tiene que importar. Y el otro es que proveedores de África, países de Suramérica y América Central están aumentando el consumo, desbalanceando un poco la capacidad rápida de exportar”, resaltó Coelho.

Otro factor que refuerza la oportunidad para Colombia es el alto poder adquisitivo de este bloque comercial. Según la WEO, el PIB per cápita de la UE en 2012 fue 32.028 y los países que lideran el Producto Interno Bruto son Alemania y Francia, las dos naciones que más importaron desde Colombia en 2012.

Al escoger proveedores pesa desde el cultivo hasta el empaque

“El principio de la cadena de valor es el consumidor. Es él quien impone las reglas del mercado y nosotros como vendedores debemos respetarlas. Una de las cosas que sucedió en Europa en los últimos 20 años fue que los proveedores se desarrollaron no porque lo querían, y sí por las necesidades de la cadena de distribución”, explicó Coelho.

Esto aplica para todo el proceso de producción, desde el cultivo, que en el caso de los europeos pesa el hecho de que esté certificado como orgánico, hasta los empaques con materiales que no tengan contaminantes como lo tiene el plástico.

“Justamente lo que se explicó en el taller, es que el consumidor europeo es cada día más exigente, no solamente sobre las cuestiones de precio, que sí tiene su importancia, pero sobre todo en la cuestión de la seguridad alimentaria, de la inocuidad.  También está interesado en comprar un producto que tenga una calidad de economía solidaria y comercio justo” indicó Katelyne Ghémar, directora de MAIA Bruxelles, Consultora de Bruselas.

Por este perfil del comprador europeo es que las certificaciones tienen tanta relevancia, tanto las obligatorias, como las voluntarias que incluyen procesos de certificación de huella de carbono.